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Consumo sostenible enero

Nuevos retos, nuevas oportunidades

Cuando se trata de definir qué es el consumo sostenible, nos encontramos con infinidad de matices y contextos. No cabe, por tanto, ser simples en este campo y todo buen profesional del comercio debería situarse al otro lado del mostrador (o de la pantalla, en este contexto digital que nos rodea) y hacerse unas cuantas preguntas.

La primera, sin duda, es si realmente necesitamos aquello que vamos a comprar. Esta sencilla pregunta requiere de honestidad y de amplia mirada. No se trata de responder desde el gusto o la apetencia puntual sino desde la verdadera necesidad, desde el problema que resuelve aquello que va a ser adquirido observando los “males” (a veces no menores) que genera su producción y desecho.

Si se sigue el flujo de preguntas que se ven en el diagrama adjunto lo más probable es que al final la respuesta sea no comprar para muchos de los productos de bajo valor.

Muchos de los comerciantes que ahora lean este artículo dirán lógicamente: pero entonces, ¿cómo va a subsistir mi negocio? 

Y es aquí donde el pequeño comercio tiene sus puntos fuertes y puede jugar sus bazas.

Dejando al margen del debate las cuestiones sociales y ambientales, abordaremos aquellas que tienen que ver con el aporte de valor del bien a vender.

Si esto último sólo tiene un único uso, o no puede ser reparado, o prestado, estaremos hablando de un producto no sostenible. Hay que ser honesto y claro.

Se trata de acercar a nuestros clientes productos de calidad, duraderos y que permitan diferenciarse de las cadenas de bajo precio. El comercio local es de proximidad por definición y las vías de negocio alternativos que se abren son prometedoras. Veamos algunas:

  • Podemos mantener la tradicional venta de productos nuevos y abrir una línea de mantenimiento/reparación, de manera que generemos una relación de confianza con nuestros clientes que posibilite su recurrencia. Por otra parte, el contexto normativo lo está ya exigiendo, aunque no exento de polémica. Desde enero de este año el plazo de garantía de bienes y servicios aumenta de 2 a 3 años, por ejemplo.
  • Podemos añadir a la venta, la posibilidad del alquiler. Esto nos permitirá que se acerquen clientes que a priori no optarían por comprar, pero que, una vez conocido el producto, se animen a ello. O simplemente repitan. Ya tenemos al cliente fidelizado de nuevo.
  • Por último, podemos añadir la opción de venta de segunda mano, que está cada vez más de moda. En el sector textil es una tendencia clave tal y como indica la OCU en este artículo “La hora de la ropa de segunda mano”.

Dedicar tiempo a replantear nuevas vías de negocio es fundamental para la sostenibilidad del pequeño comercio. Y nos permite entrar de lleno en uno de los principios de la economía circular: prolongar la vida útil de los productos. Además el momento actual nos lo facilita. En plena expansión de los fondos europeos para la transformación y la resiliencia, este giro o ampliación del negocio nos puede posibilitar optar a alguna de dichas ayudas (consultar el calendario de ayudas que están previstas en este semestre).

Finalmente, debemos decir que estamos hablando de humanizar la economía, de trabajar en los principios y valores que la sustentan, así como en las relaciones personales que la mantienen. Y sin duda esto requiere conectar más el comercio con nuestras comunidades locales, con nuestros barrios y pueblos. Tejer relaciones humanas significativas, poner el foco en los cuidados y en la generación de comunidades resilientes. Porque desde lo local es desde donde se construye este cambio hacia esa deseada economía humana y por tanto sostenible.

Nota: si aún no lo has hecho, adhiere tu comercio a la iniciativa Yo Soy Comercio Sostenible y empieza a humanizar la economía burgalesa.

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1 comentario en «Nuevos retos, nuevas oportunidades»

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